domingo, 26 de abril de 2009

Día 47

En qué andás. Con quién. Te seguís riendo igual. La libertad no es otra cosa que andar separados. Ya te extraño y esto recién comienza.

Día 46

No tengo valor. No me queda. Al cruzar la noche, en el silencio de mi cabeza, cuento las horas que me quedan hasta llegar a la casa. No vés, estoy escribiendo y puedo hacerlo sin sentido toda la noche. Tengo los pies cansados, doloridos, estas zapatillas aprientan demasiado. Se lo dije a Z, pero ella insiste en que son las mejores, las más caras. Recien, en el taxi, no aguante todas las cuadras que me propuso el silencio de mi cabeza y me tomé un taxi, un prometeotaxi ( todo trabajo o estudio arma un código, el otro día el cuida coche me dijo que cuando alguien le da más de 2 pesos es un cochesuerte, y que cuando le dan una moneda de 10 ctvs, a esa miseria, la llama semilla, yo podría ser un buen cuidador de coches, lástima que vos no tengas auto) Iba a decirte algo pero el parentesis me saco las ganas. Podría escribirte, pero no quiero. Hoy va a ser el último día que te escriba. Me cansé de esperarte. Estoy escuchando Victor Jara. Son las cuatro y veinticinco de la mañana, las cosas no podrían andar peor. En su diario, Lev Tolstoi escribe: (el día que entierran a su hijo de doce años): "Enterramos a Vániecka. Terrible, no, terrible no, un gran acontecimiento espiritual. Te doy las gracias, Padre. Te doy las gracias." Fue un 26 de febrero de 1895. La fe es incierta, la muerte no. Estoy cansado, no creo que vuelva a hablarte.